sábado, 1 de mayo de 2010

mayas - EL ASCENSO 1ra parte


De acuerdo con el plan de Nace el Fuego para conquistar ciudades y eliminar a sus rivales, un sacerdote enmascarado sacrifica a un animal...
Quizá los primeros pobladores que llegaron no tuvieron opción: tal vez el hacinamiento en otros lugares los obligó a adentrarse en este ambiente amenazador; sin embargo, una vez allí, afrontaron con éxito el reto. Asentándose cerca de los ríos, lagos y pantanos, aprendieron a aprovechar al máximo la productividad de delgados suelos. Talaron árboles para sembrar maíz, calabaza y otros cultivos mediante roza y quema, de manera muy similar a como lo efectúan los mayas actuales, para después volver a nutrir la tierra mediante la alternancia de cultivos y dejando barbecho los terrenos.
Conforme crecían las poblaciones, adoptaron métodos de cultivo más intensivos: elaboración de abonos, construcción de terrazas y riego. Rellenaron pantanos para crear terrenos y transportaron cieno y humus desde las hondonadas para fertilizar huertos cercados.
En estanques artificiales criaron peces y en los corrales tenían venados y otras piezas de caza capturadas en el bosque. Los antiguos mayas sacaban de la exigua tierra y el sustento suficiente para varios millones de personas, muchas más de las que hoy viven en la región.
Con el paso de los siglos, y a medida que los mayas aprendieron a prosperar en el bosque tropical, los asentamientos crecieron y formaron ciudades-Estado, y la cultura se refinó aún más. Los mayas construyeron grandes palacios con múltiples habitaciones de techos abovedados; sus templos se elevaban casi 100m hacia los cielos. La cerámica, los murales y la escultura exhibían un estilo artístico peculiar, a la vez intricado y colorido. Aunque no usaban ni la rueda ni herramientas de metal, inventaron un sistema completo de escritura jeroglífica y desarrollaron el concepto del cero, empleándolo en sus cálculos cotidianos. Tenían también un años de 365 días y eran lo suficientemente sofisticados para realizar correcciones parecidas a las de los años bisiestos. Solían observar las estrellas, predecían eclipses solares y orientaban sus edificios para que miraran al alba o al ocaso en determinadas épocas del año.
Entre los cielos y la tierra mediaban los reyes mayas: los Kuhul ajaw, o señores sagrados, que obtenían su poder de los dioses. Eran tanto chamanes, que interpretaban la religión y la ideología, como gobernantes que dirigían a sus súbditos en la guerra y en la paz.
Demarest y otros estudios han descrito los centros mayas como "estados teatrales", donde los Kuhul ajaw hacían complicados rituales públicos para dotar de un sentido metafísico a los movimientos de los cielos, los cambios en el calendario y la sucesión real.
Tras el manto del ritual, las ciudades mayas funcionaban como Estados, forjando alianzas, librando guerras y comerciando con productos en un territorio que, a la larga, se extendió desde lo que hoy es la región del sur de México, pasando por Petén hasta la costa caribeña de Honduras. Senderos muy frecuentados y pasos elevados revestidos de estuco atravesaban el bosque y las canoas bajaban por los ríos, pero hasta antes de la llagada de Nace el Fuego, los mayas estaban divididos políticamente, y las ciudades-Estado trazaban sus propios caminos en la selva.

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